Por Luis Vidal:

Habiendo recibido el Globo de Oro y leyendo las más auspiciosas críticas sobre Los Descendientes no podía esperar a verla. Al llegar a la sala de cine la expectativa estaba a tope. Empezó la película. A los pocos minutos entendí que, como en la vida misma, si tienes expectativas demasiado altas pasas más tiempo buscando defectos que disfrutando de los pequeños detalles. Me dejé llevar y fue la mejor decisión que pude tomar. 

Así es como se disfruta un film de Alexander Payne, viéndolo como si se tratara de nuestra propia vida, calmado, deteniéndose en las miradas, los gestos, los diálogos, cada cosita que podría parecer insignificante, pero que le da al todo el más grande de los significados.

George Clooney (mi actor favorito, aunque Di Caprio y Pitt andan por ahí) interpreta a Matt King, el hombre clave en Hawaii pues es el encargado de poner su firma en la venta de un basto terreno que perteneció a su familia por generaciones. Con la presión de todos sus primos desesperados por recibir su parte de las ganancias y el tener que elegir al mejor comprador posible, King tendrá que retomar la relación con sus hijas adolescentes, luego que su esposa sufriera un accidente que la deja en el coma.

Sin saber muy bien cómo hacerse cargo de las chicas a las que rara vez ve, King se enterará que su mujer, a la que él cuida como si se tratase de la bella durmiente, le era infiel. (No, no te he contado la película entera, eso es sólo el principio) Ahí empieza el viaje de autodescubrimiento y redención de la familia King, muy al estilo de Entre Copas y Las Confesiones del Señor Schmidt, films previos de Payne.

¿Qué podría tener de especial una película que a simple vista luce simple y poco original? Que, como si se tratara de la vida tuya o mía, en la simpleza radica la complejidad... es la emoción del día a día, de como en medio de la cotidianidad algo sucede que nos mueve el piso. Situaciones no tan extraordinarias (en el mundo de hoy se ve cada cosa...) pero que exigen lo mejor de nosotros y en esa lucha vamos aprendiendo. El cine de Payne es ese precisamente, el del viaje, el descubrimiento y el aprendizaje. 

¿Es esta la mejor actuación de Clooney? Es cierto que al principio podría no parecer extraordinaria, pero conforme avanza el film, se dan las situaciones, Clooney se crece. ¿Hablo de dramatismo Shakespiriano? Para nada, muy por el contrario, Clooney le da tal naturalidad a su papel que sientes que sí, efectivamente es un padre de familia en medio de una situación complicada sin saber bien que hacer... ¡brillante! (La escena de la despedida me hizo llorar... es tan humano). Mención aparte merece la refrescante y divertida actuación de Shailene Woodley, como la hija mayor de King, tan ácida, tan cruda... tan real. 

Obviamente, el lucimiento de los actores no hubiera sido posible sin un magnífico guión, cuidado al detalle, lleno de frases para el recuerdo, simples pero que te recuerdan a algún pasaje familiar, porque lo que vemos en pantalla es lo que nos pasa a diario... o bueno, no tanto, pero las reacciones, los sentimientos... son gente como uno.

Hay tantas cosas bellas en el film: los paisajes, la música (netamente hawaiiana), los diálogos, las actuaciones, la dirección... tanto. Pero lo que más rescato de Los Descendientes es la sensación que deja al final, esa de haber encontrado a dónde pertenecemos y quienes somos. Bellísima, divertida y aleccionadora. Muy, pero muy recomendable =D