Por Omar Rubio:
Son las 3 am y Sufjan Stevens se ha despertado exaltado: ha soñado con electricidad. Tal y como está escrito en los mandamientos del músico estadounidense, toda idea que en sueños surja, se convertirá en música. Y así fue... Stevens tomó barro y forjó una criatura con vida propia... quizá la más impensada creación del universo musical; un híbrido que, al sexto día, ya se podía llamar mundo. Era The Age of Adz.
Sufjan ha decidido enchufar su pop barroco y lo ha evolucionado, haciendo que los violines y demás acompañantes clásicos se entremezclen con actuales sintetizadores, tomando prestado del trip hop, el r&b y la electrónica. Pero ¡cómo rayos pueden fusionarse vertientes tan separadas y seguir sonando bien! La respuesta está en canciones como "Too Much", "I Walked" o "Vesuvius", e incluso en la infinita "Impossible Soul" (25 minutos de todo menos aburrimiento) donde el multiinstrumentalista se luce y deja en claro que, para él, mezclar agua con aceite no es nada del otro mundo. Como hacer que Mozart se siente frente a una caja de ritmos... increíble.
Pero Sufjan tenía que tener algún defecto y es que él no puede concebir una canción sin que la palabra apoteósica sea una de sus características. En The Age of Adz la cosa no podía ser diferente y es interesante ver como Stevens quiere forjar nuevas maravillas en cada tema, haciendo uso de TODO cuanto esté a su alcance. Él es un buen barroco pues, y nosotros se lo agradecemos.
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